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05 marzo 2009

El equívoco de los alimentos naturales

de Genciencia de

La gente, sin demasiada base científica, suele creer que lo natural es bueno y todo lo manipulado es malo.

Los expertos en bromatología (el estudio de la composición, propiedades, obtención y almacenaje de alimentos) y nutrición, no influenciados por intereses industriales ni por filosofías más o menos fundamentalistas, coinciden en señalar la gravedad de suponer para la correcta alimentación humana afirmaciones como la anterior.

Esta idea beatífica del mundo (la naturaleza es buena, el buen salvaje) se concentra en el mundo de la alimentación en los llamados alimentos ecológicos. Pero se olvida con frecuencia que los vegetales (los comestibles, entre ellos) acumulan en su organismo sistemas y moléculas de defensa que directa o indirectamente son tóxicos para el organismo humano.

Puede parecer una anécdota, pero una berenjena, por ejemplo, contiene casi tanta nicotina como un cigarrillo “Light”.

Por otro lado, en la alimentación los aditivos no son algo nuevo y maligno creado por las industrias para enriquecerse y nada más. Aditivos se consideran en España, a nivel legal, a aquellas sustancias añadidas intencionadamente a los alimentos para mejorar sus propiedades físicas, sabor, conservación, etc. Si buscamos las primeras utilizaciones de los aditivos, nos tenemos que remontar a la prehistoria, ya entonces se utilizaban la sal y el vinagre. La expansión de la utilización de los aditivos fue paralela al desarrollo de la industria química.

En muchas empresas se “malgasta” dinero para obtener ciertas sustancias de forma natural que van a ser utilizadas como aditivos en los alimentos y que podrían ser fácilmente obtenidas de formas sintéticas en el laboratorio con un menor coste de dinero. Sólo porque el consumidor lo prefiere así, aunque no sea más saludable.

El tabaco, las setas venenosas o la cocaína se obtienen de forma natural y, evidentemente, todos sabemos que no representan un beneficio sobre la salud. Así que cuidadito con la beatífica naturaleza, y dejémonos ya de demonizar por inercia los avances en el terreno de la química.

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