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01 marzo 2013

Oveja negra versus cabra blanca


Hace como diez años yo tenía que llevar dos ovejas a un evento organizado por unas cuantas iglesias. Estas ovejas eran el premio para los que fueran ganadores. En ese tiempo yo vivía en el Chaco Paraguayo. Era verano, más de 40º C., mi mejor amigo, yo y dos ovejas en la parte trasera de mi camioneta.

Cuando llegamos a destino, un poco alejado de la ciudad, subí a la carrocería para desatar las ovejas. Tome a la primera de las dos ovejas y se la pasé a mi amigo.

Giré para llevar a la segunda oveja y cuando regresé, me di cuenta de que la primera oveja se había ido. Sucedió que mi amigo bajó a la oveja en el suelo, esperando que ella se sentara tranquilamente para esperarnos, la oveja vio una oportunidad y corrió. Lucas 15:4-5 habla acerca de una historia similar. Que el pastor dejaría a noventa y nueve ovejas para ir a buscar a la que se extravió.

Ahora hablando de mi experiencia, no es muy fácil atrapar a una oveja que está corriendo. Estuvimos persiguiendo a la oveja por un largo tiempo, en ese calor que solo el Chaco puede darte. Y cada vez que nos acercábamos a la oveja, volvía a escaparse. Cuando estaba lo suficientemente cansada como para seguir corriendo, colapsaba, pero al acercarnos volvía a correr.

Cuántas veces pasa lo mismo con nosotros. Sentimos como si hubiéramos fallado a Dios, a la iglesia y a nosotros mismos. En vez de dejar que el Buen Pastor cuide de nosotros, corremos. Porque sentimos que no somos dignos de estar con el resto del rebaño.

Pero sabes qué: El Pastor irá tras de ti. Aun si sigues corriendo Él tratará de traerte de vuelta al rebaño. Quiero animarte a que a pesar de sentirte como una oveja negra, dejes que el Buen Pastor te tome de vuelta en sus brazos.

Es mejor ser una oveja negra que una ser una cabra blanca.

Escrito por Johannes Bleeker

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