
Furtivos cazadores
abatieron un águila.
La gran cazadora
come pan de enlutados.
Ensangrentada.
Se desespera entre los árboles de la vida.
¡AGUILA! ¡Águila!
llama la montaña.
Al planear
El desierto se veía pequeño
el mar no tronaba
Principesca en vuelo
mísera en tierra
Abandonada a su suerte
terrores nocturnos
la desvelan.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario