De Neofronteras
Área: Medicina
Según un estudio la soledad no es buena para el corazón. La presión arterial de aquellos ancianos que viven en soledad se eleva en la misma cuantía que si tuvieran vida sedentaria o fumaran.
El estudio ha sido dirigido por John Cacioppo, psicólogo de
Sentimientos crónicos de soledad están asociados por tanto con un aumento de unos
Según Caioppo de momento no son capaces de saber por qué ocurre pero todas las piezas comienzan a encajar.
Este resultado muestra cómo manejamos la soledad según envejecemos, tanto a nivel físico como emocional.
En estudios previos Cacioppo descubrió que sus compañeros estudiantes de
Examinó los datos de 229 individuos que nacieron entre 1935 y 1952 que tenía en cuenta las condiciones físicas y sociales de los mismos. Esto permitió correlacionar su vida social con los problemas médicos que pudieran tener, así como estudiar varios tipos de parámetros fisiológicos y niveles hormonales, que permitiera estudiar el efecto de la soledad en la salud humana.
Por tanto la soledad no es solamente estrés o depresión sino que lleva asociada una reacción fisiológica perjuducial.
Esta reacción es un misterio, pues el investigador puede demostrar que este efecto ocurre pero de momento no sabe cómo es la cadena de acontecimientos que une la causa y el efecto. El estudio confirma resultados previos sobre como determinar si una persona sufre aislamiento social en virtud del número de relaciones sociales. Pero lo más sorprendente es que además demuestra que algunas de las personas con vida social activa pueden exhibir síntomas de aislamiento social extremo.
Además estudios en gemelos parecen indicar que la genética juega un papel en la susceptibilidad a la soledad.
Cacioppo cree que esta emoción es el resultado de una fuerza evolutiva que nos obliga a formar grupos, aumentando con ellos la supervivencia de la especie.
Este psicólogo espera revelar en investigaciones futuras un modelo más completo que explique el mecanismo que une la soledad y los cambios fisiológicos que produce y ayudar así a encontrar una manera de moderar las consecuencias del aislamiento social.
Referencia: Journal of Psychology and Aging (DOI: 10.1037/0882-7974.21.1.000)

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