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15 febrero 2013

Ordena tu mundo interior.


Descansa, renuévate y ordena tus prioridades. El comienzo de un nuevo año y el periodo de vacaciones, es una buena época para reflexionar acerca de nuestra vida, evaluarla y organizarla.

Asimismo, es un buen momento para tener quietud, renovarnos y ordenar nuestro mundo interior. Han pasado las fiestas de Navidad y fin de año, que siempre están sobrecargadas de actividades, y en muchos casos terminamos el año llenos de ansiedad, estrés y cansancio. Pero la Palabra de Dios nos enseña que podemos tener paz interior y descansar en el Señor. ¿Lo estamos haciendo?

Conversamos con el pastor Emilio Agüero acerca de la necesidad de vivir en forma ordenada y como cristianos poder ser ejemplos e ir de contramano a este mundo tan acelerado y angustiado por tener más y hacer más.

¿Por qué a veces tan fácilmente perdemos la paz y nos llenamos de ansiedad y estrés?
La gente normalmente está con muchas actividades durante todo el año y más todavía en las fiestas. Muchas trasnochadas, cena de fin de año, etc. Eso hace que la gente esté toda alterada. El tema del dinero: comprar, vender, regalar.

En lo espiritual, llegamos cansados y afanados por un motivo: No sabemos descansar en el Señor, no tenemos orden en nuestras vidas. Hace poco me tocó dar esa enseñanza: Orden y santidad. ¿Uno puede tener santidad y no tener orden? Uno puede, por ejemplo, ser impuntual, no tener sus prioridades bien definidas, tener mucho activismo, poca oración, pero ser una persona apartada, moralmente intachable. Yo creo que debe haber orden y santidad en nuestras vidas.

La santidad sabemos que es innegociable, pero nuestro problema es el orden. Hay mucho activismo y llegamos, no solamente a fin de año sino que a cualquier día o mes del año cansados, malhumorados, estamos agotados, sumamente irritables. Es por un montón de cosas que hemos dejado de hacer o no hemos hecho lo que tenemos que hacer.

El orden es fundamental. En nuestra agenda a veces nos organizamos de esta manera: Hago todas mis actividades y después si me queda tiempo voy a orar y leer la Biblia. La agenda de un hijo de Dios debiera ser: Primero tengo mi devocional, mi oración, y en base a eso hago mi agenda del día. Como pastor veo que hombres de hoy y de ayer, que han alcanzado muchas cosas, eran hombres que han dado una gran prioridad a su tiempo de oración y a su tiempo de meditación en la Palabra de Dios. Muchas veces nosotros creemos que eso hasta es una pérdida de tiempo, con todas las cosas que tenemos que hacer. Los hombres que más oraron y más leyeron la Biblia, son los que más lograron para Dios. No se trata de cuántas cosas hacemos sino de cuánto tiempo estamos con Dios.

Todo eso hace que los pastores y otras personas estemos estresados, con sobrepeso, con ansiedad y problemas de salud. Por ejemplo, si voy a consultar por algún motivo, que el doctor me diga: “Estás con mucho estrés”, para mí es un mal testimonio como creyente. Denota falta de sujeción, falta de paz, falta de quietud, falta de oración, orgullo de querer hacer más de lo que podemos, ambición, muchas cosas.

¿Qué podemos hacer para evitar llegar a esta situación?
Necesitamos darle prioridad a nuestras vidas. Acá el punto es qué queremos. Voy a decir algo que todo el mundo ya sabe: Apartá tiempo para Dios, poné tu agenda en orden en base a tu tiempo con Dios y no en base a tus actividades. Qué nos impide tomarnos cada 3 meses un par de días para orar, ayunar, descansar; que nos impide que una vez por día descansemos. La Biblia habla de eso. Qué nos impide 20 días al año estar descansando con nuestra familia; qué nos impide tener dos horas al día para estar con nuestros hijos y jugar con ellos.

Así como agendo mis citas, puedo poner de 6 a 7 de la tarde tengo que estar en casa para jugar con mis hijos. Si no lo hacemos, después tenemos miembros agradecidos, hermanos felices, pero hijos descarriados y esposas estresadas. Y de qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma.

Uno tiene que trazar en enero: Cada 3 meses, voy a tomarme 3 a 4 días. Se puede. Si yo te digo por ejemplo: Tenés cáncer, vas a fabricar el tiempo para tratar el cáncer. Y qué hacemos cuando tenemos cáncer del alma o del espíritu. Es algo muy sencillo. Por qué no agendamos así: todos los días 2 horas, todas las semanas 1 día, cada 3 meses unos 3 a 4 días y cada año 20 a 30 días, según uno pueda. No hay nada de otro mundo.

Así vivieron los apóstoles, así vivió Cristo, y quién tenía más excusa para trabajar que Él, y Él respetaba el sábado, se apartaba a orar por horas y horas. No quiero dar nombres de evangelistas y pastores famosos, pero hay gente que conozco que tienen 500 veces más presión y responsabilidad que muchos otros pastores, sin embargo testifican que oran 4 a 5 horas al día. Del mundo no hablo porque es bíblico que el mundo viva afanado y turbado, trabajado. Pero hablo del pueblo de Dios, si nosotros no somos ejemplo… quién?. Si vivimos desordenadamente, estamos llenos de estrés, de sedentarismo, de cansancio mental e hiperactividad, ¿cómo vamos a ser de testimonio si estamos corriendo la misma carrera que los otros corren? No hemos aprendido la cultura y el hábito del reino de Dios. Todavía creemos eso de que “mientras más trabajamos, más ídolo somos y más vamos a lograr”. No descansamos en Dios. Todo esto es producto de lo que estamos viviendo y no es poca cosa. Después tenemos consejeros malhumorados, gente enojada, irritable, que no tiene sus prioridades en orden, y así vivimos. Pero esto es un día a día.

Hoy tengo que tomar la decisión de orar, de estar en la presencia de Dios y hoy tomo la decisión de no estresarme.

¿Y qué pasa si leyendo esta entrevista alguien se da cuenta de que está viviendo en forma desordenada?
Tiene que mirar como pecado. No tiene que mirar como: “Yo soy hiperactivo”. Sino que tiene que decir: “Yo soy un pecador. No soy bíblico, soy un afanado, yo no estoy escogiendo la mejor parte, estoy siendo necio, torpe, no he entendido aún nada”. A veces creemos que es un piropo que nos digan “hiperactivo”, que trabajamos 18 horas al día, somos “súper trabajadores”. Pero hay vanidad detrás de esas cosas y aflicción de espíritu.

¿Qué sugiere hacer para aprovechar al máximo este tiempo de vacaciones?
Personalmente, voy a aprovechar mis vacaciones para tres cosas: Primero, para estar con mi familia, mis hijos y mi esposa; segundo, voy a pasar unos días totalmente a solas con mi esposa; tercero, voy a pasar tiempo conmigo mismo, orando, leyendo la Palabra, voy a estar quieto, a apagar mi celular. Así voy a dividir mis vacaciones.

Y voy a plantear el año en oración. Pero la gente no hace nada de eso. Comienzan a tener actividades de aquí para allá, prestan para irse de vacaciones y comienzan el año con deudas. Todas las cosas que van a trazar van a ser emocionales e intelectuales: “Voy a trabajar en esto, voy a estudiar esto, me quiero casar, voy a buscar un mejor trabajo, etc.”. A lo mejor en sus planes no figura: “Cómo puedo servir más a Dios, cómo cambiar mis malos hábitos, cómo puedo ser una persona más capacitada, cómo puedo capacitarme para ser más útil en su reino”. Estoy cansado de hablar a la gente, parece que uno habla de balde. No hacen caso, ni en las cosas sencillas.

¿Cuál es su opinión acerca de la frase: “Vacaciones no es solo descansar sino también cambiar de actividades”?
 Estoy de acuerdo. Yo soy así. Pero depende de la persona también. Hay gente para la que las vacaciones es descansar, dormir hasta tarde, leer, salir a caminar. Mi descanso es cambiar de actividad, y ese es mi temperamento.

Pero aun la gente que tiene temperamento como el mío, debe tener tiempo de quietud. La quietud es Biblia abierta, oración y tranquilidad, aquietar la mente, apagar el celular, no entrar en las redes sociales, que son hoy en día una adicción permitida en la iglesia. Si uno está 3 horas al día en Facebook, cuánto tiempo se pierde. Por una parte hay que relajarse, pero creo que las dos cosas pueden ir de la mano.

¿Algún pasaje bíblico que nos sugiere para reflexionar acerca de la importancia de renovarnos, descansar y ordenar nuestra vida?
Uno podía ser lo que Jesús dijo: “Vengan a mí los que están trabajados y cansados… porque mi yugo es fácil” (Mateo 11: 28,30). El yugo se refería a la enseñanza, a su estilo de vida. Reflexionar un poco acerca de los principios del sábado, del quinto mandamiento, no para guardarlo ritualmente sino para estudiarlo. Por ejemplo, Dios descansó, y cómo si Dios no se cansa, va en contra de sus atributos, pero qué quiso enseñarnos con eso. Meditar en eso y más que nada poner nuestras prioridades en orden.

Conozco gente que dice: “Trabajo como loco para dejarle más herencia a mis hijos”. Pero tus hijos prefieren 10 años más de vida contigo que 100 millones más en el banco. A la luz de la Palabra, preguntarse: “Qué queremos para nuestras vidas”. En primer lugar, reconocer nuestro pecado. Segundo, hacer lo que Dios quiere que haga. Tercero, planificar nuestra vida con respecto a nuestras prioridades.



Pastor Emilio Agüero Esgaib está casado con Lilian.
Actualmente tiene dos hijos varones y un bebé en camino.
Pastorea la Iglesia Más que Vencedores en Asunción, Paraguay.
También conduce el programa televisivo: “Sálvese quien quiera” y publica un blog: www.emilioaguero.com

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